Bajo el sol tenaz de un mayo sin sus habituales lluvias, una mujer baila al son de una champeta atronadora levantando el polvo del suelo ocre con sus pasos. Enfundada en una túnica de dibujos africanos y con los rizos negros domados bajo un turbante de colores, levanta las manos y se mueve entre las filas de sillas casi vacías, sin importarle quién mire o deje de mirar. Al fondo del recinto un gran escenario es augurio del gran evento que está a punto de tener lugar. Es 21 de mayo, Día nacional de la Afrocolombianidad.
Poco a poco el recinto de la caseta de Son Palenque, que hoy se ha convertido en un Centro Cultural de la cultura afrocolombiana, se va llenando. Ya no queda ni una silla vacía y la mujer que antes bailaba entre las filas, ahora no se encuentra delante, sino encima del escenario. Es Erelvis Navarro, poetisa y defensora de la cultura afro. Después de un saludo en lengua palenquera comienza a relatar en rimas las historias tras los peinados típicos de la comunidad afro: “Las niñas en la escuela se ríen de mi peinado, no saben que cuenta la historia de mis antepasados”. De las palabras de Erelvis se desentrañan los simbolismos y el significado de los peinados para la libertad. “No se puede contar la historia del 21 de mayo sin pasar por la historia de los peinados, que son el elemento cultural que nos hizo libres”, concluye Erelis.
Según el último censo del DANE, 10,62% de la población colombiana tienen raíces africanas, lo que hace de Colombia el segundo país con mayor número de afrodescendientes después de Brasil. La gran mayoría de las comunidades están radicadas en los departamentos de la costa Pacífica y la costa Caribe. Estas comunidades provienen de países africanos como Ghana, Angola, Congo y Costa de Marfil, de donde que fueron traídas como esclavas por los colonizadores españoles y británicos cuando la población indígena comenzaba a disminuir a causa de la violencia y las enfermedades.
El 21 de mayo ese conmemora la abolición de la esclavitud en 1851, pero también es un día para visibilizar que, hasta hoy, las tradiciones y elementos culturales traídos del continente africano dejan una huella imborrable en la cultura colombiana. Desde la música, influenciada por ritmos africanos como la champeta o el bullerengue, hasta la comida como el sancocho, las raíces africanas se ven reflejadas también linguísticamente en palabra cotidianas como banana, ñame o bobo.
Llegó la hora del refrigerio y los organizadores no dan abasto. Los niños se apilan sobre las sillas, las madres sostienen a sus hijos sobre el regazo y quien puede, comparte asiento para que las personas que están esperando delante de la puerta del recinto puedan entrar. En las casas vecinas se siente el ajetreo mientras las mujeres producen empanadas en cadena para dar de comer a todos los visitantes de la casa Son Palenque, que hoy es de todos.
El Día de la Afrocolombianidad no es sólo un intento por destacar la riqueza cultural que las influencias africanas aportan a Colombia, sino también de constatar los retos a los que personas afrocolombianas se ven enfrentadas hasta hoy. Aunque en la Constitución de 1991 se reconoció a las comunidades negras como un pueblo con un conjunto de derechos colectivos, esto en muchos casos no se ve reflejado e implementado en estructuras sociales. Sin embargo, el índice de pobreza y analfabetismo está por encima de la media colombiana y muchas personas de ascendencia afro siguen luchando por conseguir la misma representación y oportunidades de participación en espacios políticos e institucionales y se ven confrontadas con racismo estructural y xenofobia.
Texto: Isabella Escobedo |Fotos: Alfredo Gonzales y Laura Senior.