“Todo lo que se hace con amor, se consigue”

A Eufemia Santoya, lideresa comunitaria del barrio Santa María, le “fascina” el fútbol. Conmovida por la compleja realidad de los niños en su comunidad, expuestos al riesgo de las pandillas, la violencia cotidiana y la pobreza, decidió hace diez años dedicar su tiempo libre a ofrecer a estos niños una opción de vida diferente a través del deporte. Y lo ha logrado.
Por esta razón, Eufemia es una “Poderosa Sin Capa”.

Eufemia y niños frente a la terraza de su casa, sede de la escuela de fútbol. | Foto: Patricia Rendón | Vokaribe 2017

El entorno de Eufemia

Para entrar como foráneo a Santa María, un barrio de la localidad Metropolitana de Barranquilla, se necesita ir con alguien conocido o propio de la zona. El estigma de la inseguridad crea una barrera invisible que por momentos resulta difícil de romper. En Santa María vive Eufemia Santoya, una mujer de 57 años que ha dedicado más de la mitad de su vida al trabajo social en comunidad.

El día que realizamos la entrevista a Eufemia, su primera pregunta fue si podíamos hacerla en el patio de su casa, “Ajá, es más seguro”, nos advirtió. Le propuse que fuéramos al campo de fútbol, uno de sus lugares de trabajo, el cual queda muy cerca de su casa, prácticamente cruzando una calle. Ese día había un juego amistoso entre equipos de dos barrios, y mucha gente observando, especialmente hombres que se agrupaban en las terrazas aledañas o bajo la sombra de frondosos árboles cercanos al campo de juego.

Un poco indecisa aceptó. Intercambió con algunos chicos algunas palabras y dio un par de indicaciones. Estos nos siguieron hasta el lugar que escogimos al lado de la cancha, detrás de una pared que separaba el campo de juego de un solar, lo más parecido a un botadero de basura a cielo abierto.

Justo en ese lugar una familia levantó una casa con materiales como plástico, cartones, palos, hierros. “Son recicladores”, nos aclaró Eufemia. “Aquí hay mucha gente que vive del reciclaje y del rebusque”, continuó diciendo mientras buscábamos un lugar con un poco de sombra y alejado lo más posible del sonido de un picó que llenaba el ambiente con sus altos decibeles de música variada.

Mientras acomodaba la cámara y definía algunos detalles técnicos con mi compañero de equipo, Eufemia me hizo un gesto indicando que mirara hacia una dirección. Detrás de nosotros, a unos cuantos metros, entre un matorral, un grupo de jóvenes reunidos intercambiaban un “bareto” (cigarrillo de marihuana). Le pregunté a Eufemia si prefería que nos moviéramos del lugar, a lo que ella me contestó, “Nombe, yo los conozco. Un par de ellos andan en una pandilla, pero estás conmigo. Ellos están ahí quietos”.

Levantó su mano en gesto de saludo en la dirección en la que los muchachos se encontraban. Algunos de estos también le respondieron con la mano levantada, y cerraron un poco más su círculo.

Las pandillas juveniles son una realidad compleja y dolorosa en esta zona del sur de la ciudad. Muchos de los jóvenes que ingresan a las pandillas se ven involucrados en historias de violencia y criminalidad. Algunos con suerte logran salir a tiempo y con vida. Otros quedan atrapados en una realidad que pareciera no tener salida.

En 2012 la Alcaldía de Barranquilla identificó a través de un estudio realizado, unas cien pandillas juveniles conformadas en promedio por treinta (y más) jóvenes cuyas edades oscilan entre los 11 y 28 años de edad. Estas operan en los barrios de las localidades Sur Occidente, Sur Oriente y Metropolitana. En esta última localidad, en la que habitan unas 260 mil personas y donde se ubica el barrio de Eufemia, fueron identificadas un poco más de treinta pandillas juveniles. 

Eufemia lucha día a día contra esa realidad en su barrio y poco a poco ha visto resultados. Su herramienta: un balón de fútbol; su método, la disciplina y pasión por el deporte; su filosofía, el amor al prójimo y el aprendizaje de valores desde niños. Como ella misma dice “Aquí lo que vale es la disciplina. El amor…Si tu todo lo haces con amor, todo lo consigues”.

Sobre Eufemia y sus poderes

Eufemia tiene dos hijas y cuatro nietos, su pasión es el fútbol y desde niña mostró interés por este deporte, cuando pese a los prejuicios jugaba “bola e’ trapo” con los chicos de su barrio, “dándoles la par” y arriesgándose a los regaños de la madre, para quien el fútbol y esos juegos de pelota eran considerados “juegos de macho”.

No es seguidora de ningún equipo en particular, sino admiradora de los jugadores, a quienes pone como ejemplo de disciplina y constancia ante los niños del Club Deportivo Real Santa María. La escuela de fútbol que fundó junto a su compañero Alex Hernández, tecnólogo en deporte.

Conmovida por la compleja realidad de los niños de su barrio expuestos al riesgo de las pandillas y la violencia cotidiana que abraza la pobreza de sus hogares, y en especial por una escena de niños vendedores en la calle con la que tuvo que confrontarse un día, decidió hace diez años dedicar su tiempo libre a ofrecer a estos niños una opción de vida diferente a través del deporte.

Así se formó como técnica y entrenadora de fútbol, sobre la cancha misma, día a día, “planillando” partidos, asistiendo a torneos, haciendo balones e instrumentos deportivos con sus propias manos. Conectó su pasión con una labor social a través de la cual, como ella misma dice, “ayuda al prójimo que más lo necesita”. En este caso los niños.

Desde hace 38 años es lideresa comunitaria. Es decir, más de la mitad de su vida ha estado vinculada a proyectos y acciones que buscan el bienestar común. Su mayor interés es ayudar a quienes más lo necesiten, sin esperar nada a cambio.

Eufemia expresa categóricamente: “Yo no me mantengo de esto”. Pero sí, pienso que Eufemia sí se mantiene o vive “de eso”. Sin su labor social, que inició al ayudar a familias que al igual que ella, buscaban un techo digno para vivir, legalizando escuelas junto a otras mujeres de la comunidad y ahora apoyando a los niños de su barrio; sin ese trabajo constante, desprendido de toda ambición, solidario y de entrega, Eufemia no sería Eufemia, la mujer poderosa que hoy les presentamos en Vokaribe.

Una mujer poderosa, real, cercana, que no necesita de una capa para evidenciar que tiene superpoderes. Su alegría, decisión de vida basada en el amor al prójimo, su solidaridad, su feminismo emancipador (aunque ella no lo identifique así), esos y no pocos, son los superpoderes de Eufemia.

Su poder está reflejado en la dedicación diaria que le imprime a los entrenamientos y la participación de los niños de su club en torneos infantiles, así como en la autogestión de recursos para sostener la escuela de fútbol en la que ofrece a 77 niños entre los 7 y 14 años de edad, de los barrios Santa María, Santo Domingo, las Américas y 7 de Abril, -todos barrios del sur de Barranquilla-, la posibilidad de ser niños.

“No es que yo voy a sacar grandes jugadores, grandes futbolistas, la idea es formarlos. ¿Para qué? El destino lo dirá que [es]cogen…Si van a ser doctor, si van a ser esto… Pero la idea es llevarlos a una buena formación”. Nos dice Eufemia mientras junta las manos y las lleva al pecho como reafirmando lo que dice, mirando fijo y convencida a la cámara.

 


 

*Poderosas Sin Capa busca abrir un espacio a las historias comunes de mujeres lideresas y/o activistas comunitarias en el entorno de los barrios. Historias de mujeres heroínas que abundan, pero que son poco visibles o conocidas, incluso en sus espacios más cercanos. A través de “Poderosas Sin Capa”, exploramos otra manera de mirar y dar a conocer el aporte invaluable que hacen las mujeres a sus comunidades, sus luchas y sueños.

“Poderosas Sin Capa”, es un proyecto apoyado por Vokaribe, un laboratorio autogestionado desde la radio comunitaria, dirigido y producido por Patricia Rendón.

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*La entrevista fue grabada en agosto de 2017 en Barranquilla, Colombia.

About The Author: Patricia Rendon

Contacto: patricia.rendon(at)vokaribe.net

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