Llámame por mi nombre: Experiencias trans-fronterizas

Por: Milton Patiño Ocampo*

Para las Mujeres Trans y en general, para la comunidad LGBTI migrante venezolana, no basta con tener un Permiso por Protección Temporal o documento expedido en el marco del Estatuto Temporal de Protección para Personas Migrantes Venezolanas; toda vez que el mismo marco normativocarece de enfoque interseccional y de otro lado, se choca con el imaginario de las comunidades de acogida donde aparecen con frecuencia la xenofobia, homofobia, transfobia y/o aporofobia.

Imagen de @vanessamoralesss y @laversiondelaotra

Escucha la historia completa aquí

Charlotte Carrie, migrante venezolana, de 21 años, reside en la ciudad de Barranquilla desde hace tres años y medio. Al preguntarle cómo fue el transitar-migrar, tanto en su cuerpo, como del país que le vio nacer, nos narra su experiencia del cuerpo en movimiento y el camino hacia el encuentro con su identidad.

“Yo salí de mi país siendo, por así decirlo, hombre, era un chico gay; hace tres años y medio llegué a la ciudad de Barranquilla.

No fue llegar y volverme trans de una vez, igual viví dos años siendo hombre gay acá en Barranquilla, desempeñándome como hombre gay, que luego inició esa zozobra en mí, esa duda de si quería seguir siendo hombre o si quería empezar mi transición. Fue un poco duro, es como pensar si volverme trans o no, puesto a que yo soy una persona que investiga e investigué sobre transición, sobre cambios hormonales, sobre todas las cosas que al final las personas trans pasamos, seamos mujeres o hombres trans. Decidí volverme mujer trans hace como año y medio. Sí, hace año y medio que soy chica trans”.

Ser mujer u hombre trans, ser lesbiana, gay, bisexual, intersexual, o alguna otra identidad de género que se represente con el signo + al final de la sigla LGBTI es hacer parte de unas cifras que empiezan a hacerse visibles en centros urbanos de Colombia: 115.000 según encuesta del Departamento Nacional de Estadística DANE, (citado por el periódico El Tiempo) y de ellas unas 10.000 personas se identificaron como trans.

Para las personas visibles o no visibles en esta encuesta, sus derechos a una vida digna, a un nombre, acceso a la salud, educación, al libre desarrollo de su personalidad pasan por un verdadero viacrucis para que los mínimos avances en materia legal se instalen en el imaginario colectivo; existen cerca de ochenta  sentencias favorables entre sentencias de tutela,  sentencias de constitucionalidad y sentencias de unificación, compiladas por la ONG Caribe Afirmativo en la Guía de Buenas Prácticas para el Acceso a la Justicia de Colectivos, Liderazgos y personas LGBTIque abren una puerta para la exigencia de derechos para personas migrantes con el Permiso por Protección Temporal. En la gráfica se ilustran casos de sentencias, que van desde el derecho a los servicios de salud, a exigir   que el nombre y sexo se ajusten a la identidad de género de un hijo, o el caso de una mujer trans que es obligada a pagar una multa como sanción por la inscripción extemporánea para definir su situación militar. Ver más información sobre las Sentencias.

La justicia no es solo contar con ordenamiento jurídico e institucional, sino, además promover su accesibilidad para investigar, denunciar y sancionar las violaciones que se presenten. Tal como indica la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dicha impunidad confirma que la violencia y la discriminación son aceptables, lo cual fomenta su repetición y transmite el mensaje social de que son condonadas y toleradas. Lo que a su vez alimenta aún más la violencia y produce desconfianza de las víctimas hacia el sistema judicial.

Charlotte, desde sus ciento ochenta centímetros de estatura, empieza a sudar levemente y reanuda el relato con el mismo tono de quien las adversidades le han enseñado a vencer obstáculos en el relacionamiento diario con las personas que deben ofrecerle un trato digno.

“Lo que pasa es que uno como mujer trans va a una clínica y te quieren tratar como ellos creen que eres… Entonces, aun comunicándoles que soy una mujer trans, me gusta que me traten de ella, ellos aun así no me prestan atención y me siguen tratando como me ven. Entonces hay desinformación por parte del personal de salud porque no le dan capacitaciones de cómo tratar a las personas trans y no binarias. Todo eso hace que algunas personas no vayan a clínicas privadas o públicas porque saben el maltrato que llevan y eso es un daño al final psicológico”.

Lo que no está representado en el imaginario social, hace que las relaciones sexo-género e identidades diversas, dejen de verse en su interseccionalidad e interdependencia con el conjunto de los derechos.

En palabras de la abogada Diana Navarro San Juan de la Corporación Opción por el Derecho a Ser y el Deber de Hacer: “Todos los derechos en su conjunto y en su interdependencia garantizan mi derecho a la vida digna. En el caso específico del derecho a la salud, se convierte en una paradoja que me digan a mi ‘tienes derecho a desarrollar libremente tu personalidad’, cuando yo quiero construir mi ideal de mujer y no tengo la posibilidad de ser acompañada por los servicios de salud”.

Las organizaciones que trabajan con la población migrante LGBTI en el caribe colombiano insisten en la necesidad de un enfoque interseccional para abordar el acompañamiento a mujeres trans -migrantes. Desde Caribe Afirmativo, su director Wilson Castañeda, considera que: “el gran reto en atención migratoria y sobre todo en lo que tiene que ver con regularización lo tendría el Estado colombiano, de un lado con las familias del mismo sexo y las parejas homoparentales que son invisibles en los sistemas de atención regulatoria. En materia de personas LGBTI, nos permitiría un poco entender, por ejemplo, los retos de comunidades de acogida, hay muchas parejas del mismo sexo que traspasan la frontera de Venezuela-Colombia buscando protección a su relación de pareja y lastimosamente el Estado colombiano no ha generado un mecanismo para esto, entonces esa ausencia, ese silencio frente a esa protección sigue siendo una tarea pendiente”.

La condición migrante no es impedimento para acceder a derechos consagrados y sentencias proferidas por la Corte Constitucional ,  que les permitirían   a las personas trans y no binarias ser atendidas sin discriminación, pero el alto estado de vulnerabilidad de las personas trans, les hace difícil acceder a esos derechos.

“Hoy en Colombia por un par de decretos del Ministerio del Interior que están soportados en unas sentencias de la Corte Constitucional, pues las personas trans tienen derecho a hacer la reasignación, como se llama técnicamente, del componente sexo-género en sus documentos, y es un ejercicio que aplica también no solo para las nacionales sino las extranjeras, en ese orden de ideas, lo que hizo en su momento el Permiso Especial de Protección Migratoria fue reconocer este derecho, pero desconoció el estado de vulnerabilidad que tienen las personas trans, y que si bien, una mujer trans colombiana cuando quiere hacer una reasignación del componente sexo-género hace ese trámite de ir a la notaría, pagar noventa mil pesos y hacer ese ejercicio; no le podemos pedir lo mismo a una persona trans venezolana porque primero no tiene los noventa mil pesos y muchas veces la notaría le aumenta el nivel de vulnerabilidad y en tercer lugar porque cuando cruza la frontera nadie le da esta información. El Estado antes de reconocer la Protección Migratoria a personas trans, quiso que al igual que las personas colombianas hicieran el cambio del sexo-género, pero en este cambio, no consideró el estado de vulnerabilidad y una pobreza extrema”.

Lo que proponen desde Caribe afirmativo es aplicar el enfoque diferencias tal y como se  hace en Colombia con otros grupos  poblacionales, como es el caso de los indígenas, que están exentos del pago de dinero en muchos trámites frente al estado.

“Entonces la necesidad de esos terceros hace más difícil este asunto por eso, eso se resolvería más fácil si hay jornadas especiales en los lugares donde ellas están y les facilitan este ejercicio, y la segunda dificultad es que hemos planteado a la Superintendencia de Notariado y Registro, que esos procedimientos notariales cuando se trata de poblaciones vulnerables deberían ser exentos de costo como ocurre con las poblaciones indígenas. Estamos seguros que si este servicio para las personas trans migrantes y refugiadas estuviese exento de costo, no solo no tendrían que depender de las organizaciones sociales que no estamos en la frontera, que muchas veces no estamos a la mano para atenderlas a ellas y sería un servicio que permitiría a ellas garantizar el derecho a la libre expresión de su personalidad llevando a los documentos el nombre identitario con el cual ellas se sienten reconocidas”.

Foto: archivo personal Charlotte Carrie

En Barranquilla, para las mujeres trans-migrantes, las organizaciones como FUVADIS y Caribe Afirmativo se constituyen no solo en lugar de refugio, apoyo jurídico y psicosocial; sino también en espacios de formación.

Charlotte asiste hace un año a la organización Caribe Afirmativo, y reconoce que: “Caribe Afirmativo me ha servido como base para crearme como activista en Barranquilla siendo migrante venezolana”.

Ahora Charlotte tiene sus padres en Colombia, trabaja de vendedora en una tienda de víveres, pero sus recuerdos y el paso por la calle no se borran fácilmente, sobre todo los primeros meses, buscando una forma para vivir.

“Nos toca vivir de alguna forma porque buscar trabajo aquí es un poquito complejo, entonces tocaba por el trabajo informal, vender en la calle o vender mi cuerpo, entonces vender era como que había mucho flujo migratorio. Y con respecto al alquiler de la pieza, también era fuerte, porque si te veían que eras mujer trans decían `no`”.

 Y existen situaciones límite, pero en palabras de Charlotte no se puede correr de la esquina por miedo.

 “quieren que tú hagas de todo y si tú no lo haces te ahorcan, te amenazan de muerte, te sacan navaja, te sacan cuchillos o te dejan botada, lejos de donde te recogieron, igual no te pagan, te pegan te golpea, incluso te pueden hasta matar ahí. Entonces, es algo que todas vivimos diariamente, todas tenemos esa zozobra de que nos llegue un cliente así. Mas, sin embargo, como te digo, no podemos correr de la esquina por miedo. Porque igual que de alguna u otra forma hay que vivir”.

Pero para ella no solo es vivir sino proyectarse como activista. “Mi proyección a futuro es  seguir creciendo, como Charlotte Carrie seguir creciendo como activista trans en el Atlántico, volverme internacional, asistir a otros países ayudar a  mi comunidad en situación vulnerable, como las personas del Chocó, hay mucha población trans también LGBT que son vulnerables en ciertas partes o en ciertas ciudades del país que no tienen esa entrada de organizaciones, puesto que está muy aislado o simplemente  que no las toman en cuenta,  como te digo, seguir creciendo como activista, seguir creciendo personalmente , transformarme en mujer totalmente tener mi cédula legalmente”.

En lo cotidiano continúa la exigencia de los derechos fundamentales de esta mujer migrante venezolana, que se proyecta a futuro con una vida digna, vivida a plenitud y llamada por su nombre, Charlotte Carrie, como las dos protagonistas de la película Sex and the City, fuente de inspiración para encontrar su nombre identitario.

*Producción realizada por Milton Patiño Ocampo en el marco de la Sala de Formación y Redacción Puentes de comunicación III, de la Escuela Cocuyo y El Faro. Proyecto apoyado por DW Akademie y el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.

About The Author: Redacción Vokaribe

Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *